miércoles, 22 de enero de 2014

Carta a la vida

¿Sabes de esos momentos en que te ocurre algo crucial, algo que sin preverlo te hace ver todo desde una nueva perspectiva? A veces de manera retrospectiva y otras hacia delante. Puede ser algo tan nimio como un pequeñísima voluta de polvo o algo tan grande como el nacimiento de un nuevo sistema solar.
Ahora me encuentro en esa situación, algo crucial me ha pasado y tengo que decidir… pero tengo miedo. No sé si es real lo que tengo en las manos, delante de mis ojos o es producto de mi mente que me juega malas y perversas pasadas.
Mi mente retrocede en busca de algo parecido, algo que me haya pasado y haya sabido solventar sin complicaciones, pero ninguna tiene la magnitud de esto. En una inspiración profunda, voy mas allá y recuerdo esos detalles positivos.
Tendría 7 años cuando se cayó mi primer diente. El primer paso para ser un adulto y se montó una fiesta con su correspondiente visita del ratoncito de los dientes.
Vuelvo a saltar, mi primer aprobado con nota en un examen de matemáticas. Cayeron las áreas y formas geométricas, tuve que crear aquellas figuras con cartulina y pegamento.
Cierro los ojos y al abrirlos, veo otra escena. Mi primer amor sonriéndome con sus pulgares arriba celebrando nuestra graduación. Vestido con su traje negro y su corbata de rayas azules y plateadas a juego con mi vestido. Nuestra entrega de diplomas, nuestra noche donde se acaba la adolescencia y comienza el mundo adulto.
Me vuelvo y vislumbro nuestra tesis de fin de carrera, es un éxito rotundo y novedoso hasta el punto de ganar un premio a nivel nacional.
Sonrío y mi mente vuela a nuestro piso, la entrega de llaves, los nervios por empezar nuestra vida juntos. Nuestras payasadas pintando formas en las paredes y en las tiendas de muebles.
Cuando abro los ojos, te veo ahí. Eres pequeño, tal vez como esa motita de polvo, pero tienes la mente del tamaño de un sistema solar. A lo mejor no sientes nada ahora, a lo mejor unas leves vibraciones a tu alrededor. Pero pronto, muy pronto te harás notar. Primero será tu latido, rápido, constante, fuerte. Después serán tus movimientos oscilantes, nadando en tu huequecito buscando con qué jugar o buscando una postura para dormir. Luego pondrás tus manos para tocarnos a tu padre o a mí,  o practicarás patadas en el aire dejando tu huella impresa en mi vientre.
Vendrás gritando que ya estás aquí, dando las gracias por haberte dado la opción de tu existencia y nosotros te la devolveremos con todo el cariño del mundo.
Darás tus primeros pasos tambaleándote de la silla al sofá y de allí a la mesa y nos mirarás triunfante y orgulloso.
Traerás tu primer trabajo de clase con tu nota en la esquina y lo celebraremos por todo lo alto.
Darás la bienvenida al nuevo miembro de nuestra familia y lo protegerás con capa y espada y le enseñarás tus trucos para hacer una buena puntuación en la consola.
Nos presentarás a tu pareja y nosotros la abrigaremos en nuestro capullo de amor.
Y cuando menos te lo esperes, recibirás el mejor regalo que la vida te puede hacer: tener a tu propio retoño en los brazos, con sus gorgoritos y sonrisas desdentadas.
Mi vista vuelve al presente y veo la prueba de que existes, este pequeño aparato que cabe en la palma de mi mano. No hace falta que lo repita, promete el 90% de éxito y los indicios de tu presencia se corroboran con él.
Sólo espero y deseo darte todo lo que esté en mis manos para que llegues a ser una gran persona y que tendrás nuestro apoyo, amor incondicional y orgullo por tenerte entre nosotros.
Mi pequeño gran positivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario