Los chicos miraban con cierto rencor el camino por
donde pasaba Velma que caminaba impasible ante aquellas miradas. Parecían
animales listos para lanzarse a la menor oportunidad sobre su presa y
despedazarla. Aurora a veces se inquietaba de aquellas muestras de territorio,
porque hasta ahora habían pasado desapercibidas por aquel centro y en el
anterior y nadie las había ha hecho pasar más que por un mero mobiliario más de
aquella selva llamada sociedad.
La respuesta no se hizo esperar y en una tarde, al
finalizar las clases; un grupo de muchachos las abordaron vacilándolas. Velma
consiguió quitárselos de encima con algunas bravuconadas impropias de una
señorita, con lo que se ganó más rencor hacia el sexo opuesto.
Unas semanas después, Aurora se tuvo que ir sola a
casa porque había salido más tarde de la cuenta por culpa de un trabajo. En cuanto
llegó, cenó deprisa y fue a disculparse a Velma por haberla hecho esperar. Ante
su extrañeza, vio el icono de desconexión de su amiga y pensó que se habría
enfadado. Le mandó un mensaje pidiéndole perdón, pero durante el resto de la
noche no recibió una contestación. Preocupada se fue a dormir.
Al día siguiente, apareció Velma en su casa como si no
hubiera pasado nada y después de despedirse de su abuela, enfilaron de camino
al instituto.
Aurora viendo su talante risueño, no quiso sacar el
tema espinoso por temor a levantar más asperezas. Su sorpresa fue mayúscula
cuando Velma empezó a decir:
-Perdona que no te pudiera contestar anoche. Se fue la
luz en casa justo cuando te iba a responder. No tienes por qué disculparte,
supuse que era por algún trabajo- le sonrió tranquilizadora y prosiguieron su
camino. Aurora suspiró interiormente con un peso menos sobre sus hombros y su
alma.
Cuando llegaron al edificio de estudios, Aurora
presintió que algo había pasado. Los pasillos estaban algo más silenciosos de
lo normal mientras pasaban de camino a sus respectivas clases. No le dio demasiada
importancia ya que en poco tiempo estarían los exámenes y supuso que serían los
nervios de los estudiantes.
Pasó el resto el día atendiendo en clase como
cualquier otro día y exponiendo el trabajo que se había quedado haciendo con
sus compañeras hasta tarde el día anterior.
Acompañó como siempre hacía a Velma en el recreo
mientras comentaba sus clases y sus fechas de exámenes.
-Seguro que sacarás matrícula, renacuaja- le dio un
golpe amistoso en el hombro y Aurora hizo un mohín de modestia.
El día pasó sin más contratiempos y volvieron a sus
respectivas casas.
Al cabo de unas semanas, llegaron los terribles
exámenes y las cosas se pusieron algo tensas en el ambiente. Parecía que era
por la época académica, pero Aurora se percató de algunos detalles nimios.
Velma parecía algo más retraída de lo normal y no
mostraba su explosivo y pícaro humor. Aurora se preguntó qué podía pasarle a su
mejor amiga, pero se contentó con saber que eran por los nervios de los
exámenes. Su amiga cursaba el último año del instituto y se jugaba el acceso a
la universidad con 16 años que tenía. Aurora entendía a su amiga, así que no le
dio más importancia de la que tenía.
Pero las cosas no mejoraron pasados los exámenes. La
otra chica evitaba los grandes grupos y miraba con gesto inexpresivo a todos
los que se cruzaba en su camino. Y Aurora empezó a sospechar.
Mientras que estaban en casa de su amiga, esta le
mostraba más detalles que había por la casa recordando los viejos tiempos de
sus padres.
-¿Has querido alguna vez tener un hermano?- le
preguntó en una ocasión Aurora.
-Nunca me lo he planteado, sinceramente. Pero no creo
que a mis padres les interesara tener a otra cabeza hueca en casa.
-¿Cabeza hueca? ¿De qué hablas?- rió Aurora mientras
la empujaba haciéndola volcarse sobre la alfombra de su habitación. Pero Velma
no respondió al embiste y Aurora se encogió interiormente. “¿Qué te pasa,
Velma? Háblame, cuéntame” le decía con su mirada, pero la otra muchacha no
parecía entenderla o se retraía a su propio mundo.
Pasaron los días y la actitud retraída de Velma
evolucionó a algo más incontrolado. Cuando paseaban por el patio, miraba
acritud a la gente que se les quedaba mirando o incluso respondía a algún
embuste de los chicos con más mordacidad y desvergonzada.
Ante los ojos de Aurora, su amiga se metamorfoseaba en
un ser rencoroso y lleno de veneno. Incluso llegó a responder de mala manera a
algunos profesores, provocando su expulsión del aula. Todo esto, lo observaba
nuestra protagonista con impotencia; ya que no sabía qué hacer al respecto y su
amiga tampoco es que ayudara mucho confesando su problema.
Pero como cualquier problema que se oculta, al final
todo sale a la luz y eso sucedió. Aurora esperaba a su amiga al final de las
clases cuando un grupo de muchachos salían y se pararon a hablar. Soltaban
risotadas y quedaban para hacer sus planes cuando se percataron de la figura
menuda de Aurora.
Como lobos olisqueando la carne fresca, se volvieron
al unísono mirando de manera inquietante a Aurora. La chica, ante la situación
y sabiendo los antecedentes que pesaban sobre sus hombros, solo pudo echar a
correr mientras los chicos con risas lobunas la perseguían. Debido a las
carreras que se echaban de vez en cuando Velma y ella, tenía cierta resistencia
al esfuerzo, pero sabía que no podría correr eternamente sin que aquellos
muchachos ahora monstruos tras su presa, la alcanzaran y la hicieran pedazos.
Corrió por toda la avenida y se metió por la primera
callejuela que encontró. Los chicos podían correr largas distancias rectas,
pero no podrían hacer mucho esquivando esquinas y contenedores. Al menos eso
deseaba pensar ella.
Tuvo que dejar la mochila rezagada debido al peso que
la hacía más lenta y accesible para aquellos animales llenos de oscuras
intenciones. “Corre, corre, escapa” le instaba su mente incesantemente.
En una esquina, torció hacia la izquierda y alcanzó las escaleras del estrecho callejón. Aquella zona no la conocía tanto y temía encontrarse encajonada como en una ratonera. “Por favor, una salida, necesito escapar” gritaba su mente enloquecida y llena de adrenalina por el esfuerzo. En un último tramo torció otra vez a la izquierda y fue la peor decisión que tomó.
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